martes, 14 de agosto de 2007

Plaza de ciudad

Una plaza es un recinto metropolitano que se hace para darle un respiro a los ciudadanos y a la propia ciudad, es un lugar de descanso y distensión. Desde cualquier punto del ágora urbano se perciben a los cientos de transeúntes que caminan por entre los adobes de la arquitectura. Las plazas son atalayas en donde los curiosos nos detenemos para tratar de atrapar el instante. Desde un banco de cemento, si los hay, se observan cómo la dinámica de una tarde caraqueña transcurre. A eso de las 5 pm, cuando el sol se oculta por el oeste hacia la guaira, los trabajadores venezolanos, vienen agotados de una larga jornada.

Aquí me tomo un paréntesis para subrayar que los venezolanos somos muy trabajadores y que somos capaces de emprender caminos desconocidos. Un ejemplo de ello lo tenemos en nuestro Libertador Simón Bolívar, un hombre que fue capaz de liberar a CINCO naciones del regimen despótico y cruel de los españoles que duró básicamente desde el siglo XV hasta principios del siglo XIX. Hagamos caso omiso de ese slogan mediático que reza que los venezolanos somos flojos. Pregúntenle a una mujer que vive cerro arriba que debe levantarse a las 5 am para recoger agua en tobos, porque nunca les han proporcionado tuberías de agua servidas, aunque ahora todo está cambiando, luego preparar el desayuno para sus hijos y su marido (si lo tiene) para después tomar un jeep de ruta troncal para bajar a las avenidas y dirigirse a su puesto de trabajo, pregúntenle si ella es floja. No seamos injustos. Los venezolanos echamos pa`lante en cualquier situación.

La plaza del Banco Central de Venezuela, se encuentra en la parroquia de Altagracia, justo en el medio entre Iglesia de Altagracia y el Ministerio de Educación en la esquina de Salas. Al lado del Ministerio de Educación hacia el lado sur, nos topamos con la Casa de Bello, lugar de estudios acerca de Andrés Bello (1781-1865) , que se fue a vivir por muchos años a Chile en donde fundó y activó la educación en el país sureño. Murió en su capital Santiago. Más allá de esta Institución gubernamental nos topamos con la Iglesia de Las Mercedes.

La plaza del Banco Central de Venezuela, que tiene un anfiteatro llamado Juan Pedro López, es un escondite para los caraqueños; allí podemos disfrutar de un descanso, siempre hay bancos de cemento para sentarse (aunque después de un rato se vuelven duros para las nalgas), desde donde se ve el movimiento de gentes que suben y bajan. Hablan y discuten. Los muchachos y los que pretenden serlos practican con sus patinetas en las escaleras de la plaza. El lugar es acogedor. No hay indigentes y siempre está vigilada. El ágora metropolitano tiene un colo gris muy profundo, supongo que es por los materiales de que está hecha. Los árboles se asoman tímidamente de la tierra, sólo algunos logran dar sombras. Las personas sacan a pasear a sus perros y perras. Hay quienes no recogen las heces de sus mascotas dejadas en el suelo. Siempre es bueno mirar hacia abajo, al piso, por si acaso, y no queremos pasar un momento desagradable gracias a unas personas incapaces de asumir las normas de convivencia de las ciudades: el respeto al vecino.

El Ávila muchas veces regala brisas frías que bajan por las arterias viales y se apoderan del ambiente de la plaza. Por cierto frente a la iglesia de Las Mercedes hay un quiosco de flores que dicen sus vendedores son de Galipán. No importa si no son del pueblo del Ávila. Yo disfruto mucho ver las flores, aunque casi nunca compro.

La plaza de Altagracia, no sé su nombre oficial, es simpática y resguardada. Se puede pasar unos momentos agradables, sin tener que hacer mucho esfuerzo para ello.

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