lunes, 28 de marzo de 2011

Una canción de Tango

por Alexis Alvarado S. (Bruno)

¡Cuidado! Nos lo pidieron vivo, dijo un hombre. No queremos que se nos vaya a morir el cieguito. La risa se escuchó a lo ancho del galpón. Esos estertores de animosidad golpearon en sus oídos como si fueran tambores guerreros. Aquel lugar le era desconocido. Deseó escapar. Las manos atadas se lo impedían. La primera vez que oyó la voz del hombre fue en su casa. El teléfono, aparato maldito como muchas veces lo llamó, no dejó de repicar en toda la mañana. Creyó que era un juego. ¿Qué es lo que quieren de mí?, preguntó. No hubo respuesta. Sintió miedo. Siempre lo ha sentido. Nadie le creería si dijera que también siente temor. Pensarían que sólo es una posición esnobista o acaso una suerte de onanismo intelectual. Se impuso el silencio. ¡Aquí lo tiene! , dijo la voz que lo atemoriza. La quietud cedió paso a una acalorada discusión. Un golpe seco de una puerta que se cierra.

El hombre amarrado con los brazos pegados a su espalda no aguantó más y se echó a llorar. Pensé que no eras humano, escuchó a alguien. Se oía como su abuela. La que en las noches le leía en lengua extranjera. Unas manos delicadas comenzaron a desatarlo. Pudo sentir la respiración caliente sobre su rostro de hielo. La mirada de aquella persona era tan intensa que por un momento clarificó su imagen. Sus lágrimas lo avergonzaron. Nunca lo habían visto llorar, ni siquiera recibir tantos premios en su vida logró hacerlo. El sabía que su fin había llegado. Lo intuyó. Siempre quiso que su “agosto 25, 1983” llegara. Unos labios esponjosos se detuvieron en su añejada mejilla. El olor que emanaban le recordó su bella tierra argentina preñada de pampas y de nobles gentes. Recibió un beso. Un gesto cálido acaso un instante detenido. Una canción de tango. Un compás entre la vida y la muerte. ¡No llores! Haz lo que tienes que hacer, dijo con su acostumbrada altanería.

***

Al día siguiente se leyó en los principales diarios del mundo: ASESINARON A JORGE LUIS BORGES.

domingo, 20 de marzo de 2011

Panorámica sobre el teatro en la Caracas colonial.


por Alexis Alvarado S (Bruno)

El teatro en Venezuela comienza con las primeras manifestaciones de nuestros primeros pobladores, los habitantes de nuestro territorios fueron los indígenas los cuales, estaban organizados en etnias y algunos de ellos lograron el desarrollo de la agricultura, algunos se mantenían en el mismo lugar; y por eso se les llamó sedentarios; otros tenían una vida errante, de recolectores y cazadores; se les llamó nómadas. A los indígenas de acuerdo a la lengua que hablaban se les clasificó en tres grandes grupos: 1) Caribes, 2) Arawacos y 3) Timotocuicas. Antes de la llegada de Cristóbal Colon la región que ahora es conocida como Venezuela estaba habitada por numerosas tribus indígenas. Los principales grupos étnicos eran los Caribes, que ocupaban la mayor parte del este y la costa central, así como las islas y los arawacos, que ocupaban el occidente. Otros grupos importantes los constituían los timotocuicas, en la zona de los Andes. Estos tres grupos, como cualquier grupo humano de cualquier geografía, tendieron a la socialización para sobrevivir en su hábitat, al empezar este proceso de acercamiento, hubo la necesidad de comunicación con sus semejantes y se tuvo que crear un sistema de códigos lingüísticos para tal fin, he ahí la aparición del idioma o lengua, pero esto no basta sólo para armonizar con el mundo, el hombre siente la necesidad de buscar respuestas a los fenómenos naturales que los rodean y recurre a ciertas ceremonias que lo identifiquen con su contexto, comienza aquí una especie de ceremonia social en donde se supone se realizaban ciertos ritos para conseguir un enlace con lo desconocido, cuando un individuo se separa del grupo y empieza a asumir el papel de líder, el resto automáticamente pasa a ser la audiencia de esta ceremonia. Este individuo, entre muchas etnias, ergo la Caribe, se llamó Shamán. Surge entonces la idea de ceremonia social a través de la cual cada grupo reafirma su existencia pues entran en juego los valores, mitos o creencias de esa etnia , se refuerza los lazos afectivos y de convivencia a la vez que perpetúan la historia colectiva.

Según se puede leer en la página web de wikipedia.org: “En los Andes venezolanos, los Timotocuica, Muku y Jirapa sí realizaban teatro propiamente dicho. Este era utilizado con un fin educativo y religioso, y llegó a tener tal importancia dentro de sus sociedades, que fueron los únicos en Venezuela que llegaron a desarrollar una estructura de madera para su realización. Este teatro era ritual, trasmitido por tradición oral y esencialmente igual a lo largo del tiempo. Su estructura era diferente a la que formalmente es conocida hoy en día, y los espectadores eran parte activa del mismo. Además, se solía improvisar según el ritmo que la misma representación impusiera sobre intérpretes y público.” A pesar de lo afirmado en las culturas indígenas de este región, no debemos de dejar a un lado el concepto de ceremonia porque el teatro no era hecho con un fin estético ni de diversión, era hecho para reafirmar su homogeneidad como colectivo al igual que rendir culto a sus dioses relacionados con la agricultura porque ésta era la base de su sustentabilidad.

El teatro durante la época colonial en Venezuela.

Llamaremos época colonial el periodo comprendido entre el extrañamente conocido como descubrimiento (o encuentro) en 1492 (1498 en Venezuela) y la independencia en 1810. Ya Arístides Rojas (muerto en 1894) en su libro titulado “Orígenes del Teatro en Caracas”, publicado en el Cuaderno Nº 1 del Centro de Investigación y Desarrollo del Teatro, UCV. Dirección de Cultura, 1966. Comienza hablando de la Plaza Mayor como un lugar para las representaciones y diversiones, tales como corridas de toros, celebraciones religiosas o de la corona española. Se señala que durante el período del Gobernador Osorio y del Procurador Simón Bolívar (1588-1597) y que la primera licencia o permiso para hacer una comedia en la plaza fue el 28 de junio de 1600, aunque hay otros autores, como José Antonio Calcaño en su texto “El Teatro en la Colonia”. Edición Fundarte. Caracas 1980, que indica que la más antigua representación de una comedia en Caracas data del 21 de agosto de 1595.

El primer teatro de Caracas que merezca ese nombre data de 1784. El gobernador Manuel González de Navarra lo fabricó con su propio dinero y se encontraba situado entre las esquinas de Conde y Carmelitas en Caracas, en la acera occidental, a mitad de la cuadra. Aunque el Gobernador González Navarra costeó la edificación, los terrenos eran propiedad de Don Fernando Ignacio Ascanio, quien después fue Conde de la Granja. Este teatro se llamó Coliseo, después lo encontramos bajo el nombre de Teatro Público. El reglamento del teatro dictado por el Ayuntamiento en 1798 dice, entre otras cosas, que ni hombres ni mujeres podrán ponerse el sombrero durante la representación, que no se podrá gritar a nadie, y menos a un cómico, aunque se equivoque, que se prohíbe todo bullicio y falta de compostura hasta en los entreactos. En los palcos de los mantuanos (nombre que se dio en Caracas, desde el siglo XVII -y a lo largo del periodo colonial español y también por algún tiempo luego de la independencia-, a los aristócratas de raza blanca, descendientes de los conquistadores españoles), sí podían estar hombres y mujeres juntos, o colocarse el sombrero. Entre 1791 y 1796 hubo una larga temporada de comedias, y en el elenco de la compañía figuraban además de los comerciantes, los cantantes que no podían faltar en ninguna farándula de aquellos tiempos. La primera actriz era guaireña y su nombre figura como Teresa Guaireña. Los actores eran Buenaventura López, que era rey o sea actor de carácter; José Antonio Núñez, Pedro López y José Manuel Arteaga eran los galanes. Había otro galán extra, que era Pedro Peña, José María Cuimarena y Pedro Guevara, hacían de criados, pero Guevara cantaba y bailaba también. José María Henri hacía papeles de muchacho; Pascual Calánchez y Vicente Reyes eran barbas, y Vicente Sánchez Tanco hacía de figurón. Los músicos que completaban la compañía eran: José María Amaya, Felix Salas, que era gracioso, José María Ponte, Manuel Andrés Fornes y José María Cordero. Los apuntadores eran Isidro Cordero y José María Castro. En 1804 fue introducida la vacuna en Venezuela, la viruela azotaba a la población l. Las autoridades españolas resolvieron pues, enviar la vacuna a tierras de América. Un buque vino a traerla a Venezuela y otros lugares del Caribe. El primer niño vacunado fue Luis Blanco, caraqueño, nacido en 1802. Para celebrar tan extraordinario suceso, se efectuó en el teatro una velada inolvidable, en la cual se puso en escena un juguete dramático del joven Andrés Bello, titulado “Venezuela Consolada”, al igual que se lee la “Oda a la Vacuna”, del mismo Don Andrés Bello, y dedicadas ambas obras al Rey Carlos IV de Borbón.
Llegamos al siglo XIX.

En términos generales se puede afirmar que la República venezolana del siglo XIX, fue avanzando continua y lentamente hacia un marco institucional que garantizara la libertad pública y jurídica (recuperación formal de la constitucionalidad) de los ciudadanos. En tal sentido, entre 1830 y 1897, Venezuela experimentó momentos de progresos y estabilidad jurídico - institucional, así como también de regresiones y estancamientos. En el período comprendido entre 1811 y 1895, se aprobaron once constituciones y se eligieron 18 presidentes siempre con la preocupación programática por el mejoramiento continuo del sistema electoral. Asimismo, el sub período de 1830- 1854 representa el momento de mayor significación en nuestra evolución electoral presidencial, porque durante el mismo se eligieron los primeros sietes presidentes de la República. Aunque durante este período el proceso electoral estuvo apoyado en una concepción constitucional censitaria (acceso restringido al proceso electoral), los siete presidentes electos en este lapso, obtuvieron un importante piso de legitimidad y aceptación política. Es decir, el sistema funcionó con una estabilidad nunca antes vista en el siglo XIX. Desde aquella obra que escribió Andrés Bello en 1804 hasta 1900, se escribieron en Venezuela más de 300 obras teatrales, las cuales se encuentran fichadas en un trabajo de investigación titulado “Historia y crítica del teatro en Venezuela (siglo XIX)” realizado por los profesores José de la Cruz Rojas Uzcátegui y Lubio Cardozo de la Universidad de Los Andes.

Algunos teatros en Caracas desde el siglo XVII hasta el siglo XIX son:

1) Teatro entre las esquinas del Conde y las Carmelitas.
En 1783, el Capitán General de Venezuela, Brigadier Don Manuel González Torres de Navarro, hizo a su costa aquel hermoso y cómodo teatro y lo puso a disposición del Ayuntamiento de Caracas, con oficio de 4 de Mayo de 1784, en el que se paga un real por entrada general. Este teatro del Conde a Carmelitas, sirvió también para cuartel en 1806, 1810, 1811 y 1812, hasta que lo derribó el terremoto; y como luego se acentuara más y más la lucha por la independencia, nade podía pensar en tales espectáculos que pedían tranquilidad, actores y músicos que trabajaran allí por haber sucumbido casi todos para el año 1814 al filo de la espada realista.

2) Teatro del Coliseo.
Durante el año de 1820, se presentaron en la casa del respetable señor Ambrosio Cardozo, comedias y otros actos análogos y andando los tiempos, para 1831 construyó este señor el teatro que se llamó Coliseo, el cual estuvo en lo que hoy son las casas 38 y 40, entre las esquinas del Chorro y del Coliseo, o sea, del Dr. Sanabria, denominación que tenía antes de fabricarse el teatro, que le dio nombre a la esquina, como se llama actualmente. Este Coliseo, fue más tarde del señor coronel Juan José Ponce y en el tuvieron lugar comedias, óperas, conciertos y otros actos hasta 1854 que terminó por haber sido sustituido con el teatro Caracas.

3) Teatro de la esquina de Veroes a Jesuitas.
Entre estas esquinas se encuentran hoy las casas marcadas con los números 22 y 24, que juntas formaron la casa que se llamó de los Jesuitas o del Cuño. En el período de 1831 a 1836, se presentaron en aquella gran casa algunas comedias, conciertos y otros actos notables por el estilo.

4) Teatro Caracas.
Lo construyó los señores Martín Tovar Galindo, Pardo y Cia., Kenedy y Cía. Y Fortunato Corvaía, inaugurándose a fines de 1854. Fueron sus constructores el ingeniero Mr. Wilson (inglés), el Alarife Victorio Ponce y Mr. N. P. B. Ulstrup, encargado de los trabajos de carpintería. En este teatro no sólo se pusieron en escena óperas muy buenas desde su inauguración, sino las primeras zarzuelas en 1861; y también en 1873, la primera ópera nacional “Virginia”, que compuso el célebre maestro José Ángel Montero. Centenares de compañías líricas y dramáticas han trabajado allí, extranjeros, venezolanos; y además ha habido conciertos, veladas y otras diversiones públicas, lo mismo que reuniones políticas, populares, literarias, científicas y, finalmente, se han celebrado actos en honor de maestros próceres. En 1865 se inauguró allí el primer piano hecho en el país, por el Sr. Lorenzo Rodríguez Colina.
5) Teatro de la zarzuela.
En 1886 lo construyó el Sr. Eleuterio González, con el costo de 18.000 pesos. Se plantó en la esquina del Maderero, donde estuvo el teatrillo de la Unión. Era un regular coliseo por estar bien construidos, techado y con palcos, balcones y enseres propios del arte, siendo decorado por el pintor escenógrafo Manuel Otero, a quien mencionamos en el Teatro Caracas. Allí se pusieron en escena famosas zarzuelas por las compañías del inolvidable Saturnino Bien, se cantaron óperas, representaron buenas piezas dramáticas y silforamas. Este teatro llegó en 1866 y 1867 a hacerle competencia al Teatro Caracas por lo más barato de sus entradas, por ser menos costosos también sus gastos e interés del valor del edificio.

6) Teatro municipal.
En Marzo de 1876 se inició la demolición por orden del General Guzmán Blanco, entonces Presidente de la República, del antiquísimo Templo de San Pablo y del cuartel de artillería que estaba al poniente de aquel templo. Su costo fue de casi Bs. 900.000 y el 1 de enero de 1881, en la tarde, se inauguró solemnemente en presencia del General Guzmán Blanco, Presidente de la República; del Ministro de Obras Públicas, Don Miguel Tejera, de todos los empleados nacionales y del Distrito y de un gran concurrencia de ciudadanos, ejecutándose en el acto, la ópera Hernani, que cantó la compañía traída para inaugurar aquel hermoso coliseo. Además este teatro ha servido para la celebración de la apoteosis de los grandes hombres de la patria, tales como la de Bolívar en 1883, la de Soublete en 1889, la de Páez en 1890, la de Sucre en 1895, la de José Gregorio Monagas en el mismo ano y la de Miranda en 1896. Desde 1889 se llamó Teatro Municipal.
En la tesis del profesor titular interino de la Universidad Complutense de Madrid llamada “Compañías y repertorios escénicos-musicales en la Venezuela de los hermanos Monagas (1847-1858): un ejemplo de adopción de patrones pedagógicos –culturales europeos en la América Latina decimonónica”, la cual puede ser consultada en el sitio web http://biblioteca.universia.net se puede leer: “El complejo y fecundo universo del teatro y la música en Venezuela durante la hegemonía política de los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas –quienes de 1847 a 1858 se alternan en la Presidencia de la República, en el marco de un férreo régimen, de claro perfil personalista y nepótico (el “monagato”)— se extiende y ramifica en profusa arborescencia a través de un conjunto de aspectos heterogéneos, aunque complementarios, que derivan, sobre todo, de la difusión y aprecio de las obras escénicas y melódicas presentadas por entonces en el país, en perfecta sintonía con el generalizado propósito de asumir e imponer al público local, sin restricción ni titubeos, los modelos culturales y los valores estético-artísticos de Europa.”
Las compañías venezolanas durante este período, según la tesis mencionada, son:

1) Compañía Dramática Caraqueña: Es ésta la más activa, permanente y reconocida de las agrupaciones escénicas criollas actuantes en Venezuela durante el monagato. Dirigida desde su fundación (a fines de 1852 o en los primeros días de 1853) por el comediante José de Jesús Alcoytta y por el popular actor Casto Emilio López, dicha empresa teatral cuenta también entre sus intérpretes a Manuel Ignacio Tellería, Luis Otazo, Benigno Barrosa, Esteban Márquez, Manuel León, Froman Villegas, Eduardo Gibel y Jesús Domínguez, entre otros, mientras como actrices figuran Paula Gibel y Belén Gibel. Esta compañía tendrá su teatro estable en el Salón o Teatro Apolo, acondicionado para ellos en la sede de la Escuela de Artesanos, en el antiguo convento de San Francisco en Caracas.

2) Compañía de los Noveles: El 1 de enero de 1853 una autodesignada Compañía de los Noveles (a todas luces, venezolana, y probablemente radicada en La Guaira) anuncia que escenificará en el Teatro Filantrópico de dicha población portuaria la tragedia en cinco actos “La conquista de México, o El sacrificio de Guatimocin”, seguida por la piecita cómica “Una lección a un pedante”. Luego no se recogen más datos sobre esta agrupación.

3) Sociedad Tívoli: El 30 de abril de 1853 la dirección de la denominada Sociedad Tívoli anuncia para ese mismo día su gala inaugural, primera de una serie de espectáculos escénicos privados, que esa especie de club exclusivo organizará en su sede. No se logran conseguir otros indicios sobre esta compañía. El precio de los asientos de palcos numerados es de 6 reales, y 4 los de patio, adquiribles en el almacén de J. A. C. Möller y Cª, y en la sede del Tivoli hasta las 2 de la tarde del día de la función, la cual se diferiría en caso de lluvia. Para no dejar duda alguna sobre el estricto carácter privado de esta empresa, su aviso publicitario precisa sin ambages que “La entrada [a los espectáculos] es permitida exclusivamente a los señores miembros”

4) Compañía Honor Artístico: Para el domingo 2 de abril de 1854 cierto grupo actoral de nombre “Honor Artístico”, dirigido por Casto Emilio López y José de Jesús Alcoytta, notifica que en el Teatro Filantrópico de La Guaira pondrá en escena, “á beneficio exclusivo de la fábrica de la iglesia parroquial de esta Villa”, el drama “Gaspar Hauser, o El idiota del Castillo” de Ranspach, y la pieza cómica “Una noche toledana”. En tales circunstancias, ambos directores expresan su confianza en que, “de acuerdo con el pio y filantrópico objeto de la compañía, los habitantes de la Guaira cooperarán con su concurrencia á realizar el deseo de la misma compañía y la comisión encargada.”

sábado, 12 de marzo de 2011

public-ARTE: "Teatro infantil" Marzo 2011

Refrescando la memoria.
por Bruno Mateo

Correo-e: ciudadescrita@hotmail.com


El teatro hecho para niños (utilizaré la palabra niños para referirme a ambos géneros y así no redundar en el discurso) en Venezuela, en los últimos cinco años se encuentra, en mi opinión, en un momento poco productivo y original. No entraré en la discusión de este punto. En la siguiente reseña; me atañe mencionar algunos períodos en la historia del teatro infantil nacional de mucha efervescencia y que apuntaba a la consolidación de una estructura teatral cuyos valores nacían desde nuestra propia venezolanía, tal fue el caso del Premio Municipal de Dramaturgia Infantil “Aquiles Nazoa” creado el 20 de marzo de 1981 por la Comisión Municipal del Distrito Sucre (Estado Miranda, Venezuela) por medio de la Fundación José Ángel Lamas.

El premio consistía en:

•Primer premio: Diploma. 10.000 Bs (los de antes del bolívar fuerte). Publicación. Montaje del texto.

•Segundo premio: Diploma. 5.000Bs. Publicación.

•Tercer premio: Diploma. 2.500 Bs. Publicación.

Por falta de voluntad política, el Premio “Aquiles Nazoa”, realmente arranca en el año 1984 con la obra ganadora: “Abuelo, ¿quién pintó el mar de rojo?” de los autores Morelba Domínguez y Armando Carías.

Aquí es menester acotar que la convocatoria al premio era un poco limitada y la información era parcialmente divulgada y reseñada en los medios masivos de información.

A continuación, los ganadores del Premio Municipal de Dramaturgia Infantil “Aquiles Nazoa” hasta su última entrega en 1999:

1.1984: “Abuelo, ¿quién pintó el mar de rojo?” Autores: Morelba Domínguez y Armando Carías.

2.1985: “El niño que salvó Caracas”. Autor: Luis Gerardo Tovar.

3.1986: “La luna de Jabillo”. Autor: Jaime Barres.

4.1987: Año de publicación de las obras ganadoras y de los segundos y terceros lugares.

5.1988: “Los juguetes perdidos de Aquiles”. Autor: Néstor Caballero.

6.1990: “¿Qué sueña el dragón?”. Autora: Mireya Tabuas.

7.1991: “En el cuarto de mi primo hay un bosque…y salen duendes”. Autor: Ricardo Cortez (+)

8.1993: “Los tres del matinée”. Autor: Armando Holzer.

9.1995: “Algo ocurrió camino de Imparare”. Autor: Rodolfo Graziano.

10.1997: El premio fue declarado desierto.

11.1998: “Tristán y Margarita”. Autor: Rubén Martínez. Menciones especiales: “Los topos”. Autor: José Julián Martínez y “No hay derecho Mr. Doom”. Autor: Gabriel Flores.

12.1999: “Humbolt y Bomplat, Odisea espacial”. Autor: Gerardo Ortiz.

No es mi intención dilucidar la calidad de cada uno de los textos ganadores, ni los criterios utilizados para otorgar los premios; lo que es importante es resaltar el hecho de que en Venezuela hubo posibilidades para desarrollar dramaturgia dedicada a los niños de distintas ópticas.

Por favor, aún no.