jueves, 24 de enero de 2013

Ética y cinematografía

por Bruno Mateo.
IG: @brunomateoccs.
Twitter: @bruno_mateo

"Todo arte y toda investigación científica, lo mismo que toda acción y elección parecen tender a algún bien; y por ello definieron con toda pulcritud el bien los que dijeron ser aquello a que todas las cosas aspiran". ("Ética a Nicómaco", libro 1,1). Aristóteles (-384 a -322)

Responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, me va definiendo, me va inventando. Ética para Amador. Fernando Savater. 45. Edición. Ariel.  (pág. 107)

Los seres humanos entramos dentro de una categoría, que nosotros mismos hemos llamado racionalidad, parece ser que tenemos una dimensión desconocida en los otros seres vivos, y esta, racionalidad permite la sobrevivencia en el mundo físico y natural, pero también nos facilita la vida en “manada”, o lo que es lo mismo, en Sociedad. Para ello, hemos construido un  aparataje legal y normativo que rigen nuestras conductas en lo social. Conseguimos autorregularnos para vivir en conjunto. Esos corpus de leyes y normas no son homogéneos en los distintos grupos sociales. Existen tantos corpus como grupos sociales existen, sin olvidar que nuestras sociedades a su vez se encuentran subdivididas en otros grupos y así hasta llegar a las singularidades. Y si esto es de esta manera, cómo logramos congeniar si cada uno de nosotros actúa de acuerdo a su contexto. Cómo hacemos que nuestras acciones individuales  en sociedad no afecten a otros. Todos estos asuntos entran dentro del terreno de la ética que es una cualidad inherente al ser humano, como lo es, la capacidad de hablar, siguiendo los postulados de la lingüista estructuralista de Noam Chomsky.

La ética es aquello que nos hace tender hacia lo bueno. Aristóteles en su libro Ética a Nicómaco nos dice que la felicidad es el bien último al que aspiran todos los hombres por naturaleza. La naturaleza nos impele a buscar la felicidad, una felicidad que Aristóteles identifica con la buena vida, con una vida buena. La ética se relaciona con el estudio de la moral y de la acción humana. El concepto proviene del término griego ethikos, que significa carácter. Una sentencia ética es una declaración moral que elabora afirmaciones y define lo que es bueno, malo, obligatorio, permitido, etc. en lo referente a una acción o a una decisión. Por lo tanto, cuando alguien aplica una sentencia ética sobre una persona, está realizando un juicio moral. La ética, pues, estudia la moral y determina cómo deben actuar los miembros de una sociedad. Por lo tanto, se la define como la ciencia del comportamiento moral. Claro que la ética no es coactiva, ya que no impone castigos legales (sus normas no son leyes). La ética ayuda a la justa aplicación de las normas legales en un Estado de derecho, pero en sí misma no es punitiva desde el punto de vista jurídico, sino que promueve una autorregulación.

Este “cómo se debe actuar dentro de la Sociedad”  se aplica a todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos, ya sea íntimo o público, esto, por la evidente razón, de que siempre estamos en permanente contacto con otros seres humanos. La realidad ética de nuestras acciones define nuestro comportamiento por consiguiente, las consecuencias que éstas puedan acarrear; por ello, se hace menester, una vigilancia constante sobre los actos individuales. En el caso que me toca, la ética en la producción cinematográfica es un tema que raya en los linderos de la estética, la cual,  es otra dimensión humana relativa a la manera de explicar la realidad.

En este trabajo escrito abordaré la ética en la producción cinematográfica, específicamente, en el cine venezolano por considerar, que en este momento, la cinematografía nacional experimenta un avance en cuanto a contenidos, técnicas y apoyo jurídico y económico por parte del Estado.

El cine es un sistema de elementos culturales, económicos y técnicos que operan en forma interdependiente. Las películas también pueden considerarse sistemas formales, en los que no hay nada casual ni gratuito y todo posee una funcionalidad, una intención, un sentido. A su vez, son influidas por aquellos elementos. Porque como bien dice Francesco Casetti,  un filme es también lo que las condiciones de su existencia le permiten llegar a ser. El cine, al igual que los otros medios de comunicación,  a pesar de su inmenso poder de penetración en los usuarios son y seguirán siendo sólo medios, es decir, instrumentos, herramientas disponibles tanto para un uso bueno como para uno malo. A nosotros nos corresponde elegir. Los medios de comunicación no exigen una nueva ética; lo que exigen es la aplicación de principios ya establecidos a las nuevas circunstancias. Usualmente, en el cine de producción industrial pueden distinguirse cinco etapas de realización: desarrollo, preproducción, rodaje, postproducción y distribución. La realización supone asumir decisiones tanto a nivel artístico como productivo, y la limitación únicamente está dada por los medios disponibles.

El cine por ser un medio de comunicación que recoge de manera simbólica la realidad que le rodea para el momento en que se produce lleva implícito un elemento ético.  “En el cine la representación solo es aparente porque estamos en el imperio de la elipsis y su magia es la grandeza del gesto. Teóricamente, la cámara permitiría registrar “todo lo que pasa”, pero precisamente la narración cinematográfica consiste en contar solo lo importante o trascendente para que el relato y lo representado tengan sentido, eliminando por medio de una elipsis continua y estructural todo lo innecesario e intrascendente”. (Artículo publicado en el número 22, 3ª época, enero 2001, de la Revista Otrosí que edita el Colegio de Abogados de Madrid)

De allí se puede extraer que el cine está parcializado de acuerdo a la óptica de quien lo produce y por lo tanto, puede o no, coincidir con el observante (espectador). La producción cinematográfica, desde el mismo momento de su ejecución hasta el disfrute de ella, trae consigo distintas fases en las que intervienen la ética. Veamos los pasos más significativos:

La Producción: cuando el cine se convierte en una producto de entretenimiento a partir de la primer década del siglo XX, se hizo necesario acelerar la producción de filmes, lo que forzó a la Instituciones financieras invertir grandes sumas de dinero. A principios el cine en los Estados Unidos, es de acotar que tomo como ejemplo los Estados Unidos porque allí es donde se encuentra una de las dos más grandes industrias cinematográficas, Hollywood, la otra se encuentra en Bombay, La India,  a quien  se le conoce como “Bollywood”, era financiado por los bancos de Nueva York, quienes se limitaban a hacer grandes préstamos de dinero, pero luego se convirtieron en accionistas de las compañías productoras, lo que hizo que ello exigieran un producto que gustara en el público para que así trajera consigo beneficios económicos. El productor, si quiere hallar capitalistas que le anticipen el dinero para la producción de una película, debe ofrecerles garantías suficientes de éxito comercial. Lo que en buen romance significa: concesiones. El objetivo de la industria cinematográfica, en estos casos,  no es el arte, ni siquiera el entretenimiento –que pueden llegar por añadidura–, sino la obtención de dinero. A este objetivo van encaminados los mecanismos de producción.

La distribución: La distribución es la acción y efecto de distribuir. Es la pieza intermediaria entre la producción y la exhibición. Entre los productores y los exhibidores. Es el elemento que surge cuando los filmes dejaron de venderse por alquilarse. El papel original de los distribuidores es el de llevar las películas al mayor número de salas y lugares para su exhibición, no obstante, el lugar que ocuparon fue desde el poder. Ellos se convierten en los jueces que determinan que llevan o no.  Las grandes distribuidoras son estadounidenses. Ocupan, casi la totalidad de la distribución. Las estrategias utilizadas para la distribución se basan en cinco cuestiones principales, según Neifert, Agustín en su artículo “Cuestiones éticas en el cine”:
1)    Conquista del mercado de la capital de cada país. El mercado periférico, si subsiste, llega a sus manos una vez dominado el de la capital.

2)    Dominación de las cadenas de cines de estreno de las grandes ciudades.

3)    Política de lotes, que consiste en concentrar los esfuerzos en las locomotoras” o “cabezas de lote”, cuya adquisición o alquiler está condicionada a la compra o alquiler, en la misma operación, de películas de menor calidad o “vagones”.

4)    Tratamiento publicitario exhaustivo a las películas cabezas de lote (por ejemplo, Titanic y la inminente Pearl Harbor).

5)    Saturación del mercado televisivo con películas norteamericanas.


La exhibición: es otro elemento importante en esa continuación de la producción cinematográfica.  Al principio existían salas de cine independientes. Ahora quedan pocas. Han sido sustituidos por circuitos de cines, en Venezuela existen dos: cinex y cines unidos, lo que puede dificultar la exhibición de filmes distintos a los que se distribuyen masivamente.

El espectador: vendría a ser el elemento a quien va dirigido la producción cinematográfica. Éste se ha visto reducido a simple consumidor de películas, en su mayoría, perteneciente a la industria de Hollywood. La influencia del cine-espectáculo se traduce, entre otras secuelas, en una creciente demanda de películas intrascendentes o de filmes de acción, violencia y terror. Y esto lleva a la industria del cine a adecuar sus producciones a esos requerimientos. Se dice que la gente (no toda) quiere ver siempre lo mismo, pero con envoltorios diferentes. Por eso el cine de Hollywood insiste con producciones-fórmulas. Y también por eso, los productos más taquilleros reproducen hasta la saciedad las fórmulas de eficacia probada. Y ya se sabe que a corto o largo plazo, lo que más influye en el espectador es la repetición de los mensajes. Y cuando son negativos, terminan deformando o destruyendo sus gustos y valores. Es posible pensar en una ética del espectador, quien puede interpretar correctamente una película o deformar los indicios textuales para construir significados que poco o nada tienen que ver con ella. La falsedad y la maldad no sólo están “en” la película, sino también en el espectador. Porque el cine no existe sólo en la pantalla, sino también en la interioridad del espectador, quien recrea la historia enunciada en el filme y construye significados. Frente a un filme, el espectador no es un ser pasivo, sino activo, que proyecta sus propios valores. Para comprender un filme se requiere estudiar el lenguaje del cine. El cine posee un lenguaje propio. Por otra parte, en el cine la ética no depende sólo de la moralidad de los diálogos o de determinadas escenas sino del sentido global de la película.

Estos son  los eslabones básicos en la producción cinematográfica. Elementos que deben ser revisados en cuanto a su ética. Ya se puede observar que el cine como industria puede ser manipulado de acuerdo a ciertos intereses, ya sean económicos, como los que se manejan en la actualidad, ideológicos, como lo hicieron los alemanes en las Segunda guerra mundial (1939/1945) o como lo hacen ahora los empresarios judíos del cine en Hollywood  para manipular la imagen de sus eternos enemigos, los palestinos. La realidad cinematográfica venezolana no escapa de ello.

El cine en Venezuela se conoce desde el año 1897 cuando un 28 de enero en el Teatro Baralt de la ciudad de Maracaibo, el señor Manuel Trujillo Durán proyecta los primeros cuadros cinematográficos de Muchachos bañándose en el Lago de Maracaibo y Célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa.  De eso  hace ciento dieciséis años.  Sin embargo, nuestro cine no ha tenido una política, hasta ahora,  por parte del Estado venezolano que ayude al crecimiento de una industria en cuanto a cantidad y calidad.

En el año 2005 entra en vigencia un compendio deontológico que conforma el colchón legal que dio al cine nacional una herramienta para su desarrollo llamada Ley de cinematografía nacional al igual que se creó el 3 de junio de 2006 la Villa del Cine, primera productora cinematográfica del Estado venezolano adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Cultura; inaugurada por el ciudadano Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, como proyecto cultural bandera del Gobierno Bolivariano en el desarrollo de las artes.

Este instrumento legal dice en sus artículos 1, 2, 3 Título I de las disposiciones generales:

Artículo 1. Esta Ley tiene como objeto el desarrollo, fomento, difusión y protección de la cinematografía nacional y las obras cinematográficas, entendidas éstas como el mensaje visual o audiovisual e imágenes diacrónicas organizadas en discurso, que fijadas a cualquier soporte tienen la posibilidad de ser exhibidas por medios masivos.

Artículo 2. La cinematografía nacional comprende todas aquellas actividades vinculadas con la producción, realización, distribución, exhibición y difusión de obras cinematográficas en el territorio nacional.

Artículo 3. Los organismos del sector público nacional y del sector privado deberán instrumentar políticas y acciones que coadyuven a la consecución de los siguientes objetivos:

1. El desarrollo de la industria cinematográfica nacional y de los creadores de obras cinematográficas.

2. La libre circulación de las obras cinematográficas.

3. La producción, distribución, exhibición y difusión de obras cinematográficas nacionales.

4. La conservación y protección del patrimonio y la obra cinematográfica nacional y extranjera como patrimonio cultural de la humanidad

Ventajas de la Ley de Cinematografía Nacional

-A partir de la aplicación de este instrumento legal las películas venezolanas tendrán más presencia y permanencia en las salas de exhibición.

-Se establece el apoyo a la producción, a la formación, a la exhibición y a la distribución del cine independiente, además se insta a colaborar con la tecnología aplicada al cine.

-Ofrece la posibilidad a los nuevos talentos de exhibir sus cortometrajes en las salas para que sus producciones sean conocidas y difundidas.

-Garantiza que las obras venezolanas permanezcan por lo menos dos semanas en cartelera y que el dinero que se le liquide a las películas nacionales sea superior al monto que se cancela por las extranjeras.

-Estimula la distribución del cine latinoamericano y de la mejor cinematografía mundial, con el fin de disminuir la presencia de las producciones provenientes de Hollywood que actualmente alcanza 98% de la exhibición en el país.

-Se establece que al menos 20% de las películas que distribuyan en el país sean de producción nacional. En este sentido, la legislación establece una cuota de pantalla para el cine nacional bastante importante.

-La cinematografía nacional podrá desarrollarse con recursos provenientes del Estado, sumado a los aportes del fondo de promoción y fomento del cine (Fonprocine) establecido en la ley. Dicho fondo destinará recursos para la producción y para el desarrollo de infraestructura de exhibición como las redes de salas de cine que se tienen previstas instaurar en todo el país.

-Establece que los exhibidores, distribuidores, televisoras de señal abierta, casas productoras, empresas de televisión por suscripción, y de venta y/o alquiler de películas deben hacer aportes al Cine Nacional.


Román Chalbaud. Cineasta venezolano.

            El cine venezolano ha experimentado un crecimiento significativo, tanto en sus elementos técnicos como en sus contenidos.  De allí la importancia de la Ley de la cinematografía nacional.  Nuestro cine no escapa de la esfera ética del ejercicio. A propósito de ello, le hice una entrevista al director y guionista de cine Román Chalbaud para conocer su opinión acerca del tema de la ética en el cine.

Entrevista a Román Chalbaud.

Bruno Mateo: ¿Cómo puede usted catalogar la estética del cine venezolano en la actualidad?

Román Chalbaud: No se puede catalogar algo que en general no existe. Alguno que otro caso de aproximaciones a algo que se puede llamar estética.

B.M: ¿En qué punto considera Usted se encuentra el cine nacional en cuanto a políticas de Estado?

R.CH: Las políticas de Estado han avanzado. No podemos olvidar la llamada telefónica de Jack Valenti, presidente de la Motion Pictures al entonces Presidente de Venezuela, Sr. Carlos Andrés Pérez,  reclamando que era algo absurdo pretender que hubiera una Ley de Cine en nuestro país. Cuando logramos, en el año 92, llevar la Ley al Congreso, nuestros queridos diputados y senadores aprobaron la Ley, pero eliminando los tres artículos donde las películas extranjeras tenían que pagar un impuesto al exhibirse en nuestro país. Es bueno saber que el único impuesto que pagaban era según el peso de las latas, no según las entradas vendidas en la taquilla. Afortunadamente los cineastas logramos llevar en 1998  a la Asamblea Nacional los reglamentos no aprobados en el 92, y hoy en día de las taquillas de los cines venezolanos, los impuestos acordados (que deberían ser mayores) van  directamente a la Plataforma Cinematográfica. Estamos, pues, en un punto mejor al anterior. Pero todavía hay que subir muchos peldaños. Por ejemplo, en las taquillas las vendedoras reciben órdenes de decir, en las películas nacionales, que las entradas están agotadas, para que nuestros productos no pasen a tercera semana de exhibición, por ejemplo.

B.M: Para Usted, ¿Qué es ética en el cine?

R.CH: En el cine y en la vida, ética es ser fiel a nuestros principios, a nuestras creencias.

B.M Considera Usted que exista algún tema que por ética no se pueda tocar en el cine nacional

R.CH: Debe haber plena libertad, como la hay, de tocar cualquier tema.

B.M: ¿Hay ética entre los actores que conforman el circuito cinematográfico nacional o por el contrario sólo se trabaja en función de la taquilla?

R.CH: Hay de todo, como en botica. Unos tienen ética, otros no.

(Entrevista hecha a Román Chalbaud el día 22 de diciembre de 2012 en la ciudad de Caracas)

            La Villa del Cine, institución cinematográfica financiada por el gobierno de Venezuela, ha sido una pieza clave en la producción cinematográfica de los  últimos años, pues largometrajes como Miranda Regresa (2007) de  Luis Alberto Lamata, Zamora (2009) de Román Chalbaud y más recientemente Taita Boves (2010) de Luis Alberto Lamata,   han sido costeadas por la institución.  Incluso,  la institución ofrece apoyo en cuanto a los elementos de producción, es decir, estudios, vestuario, equipos técnicos, etc. Desde los inicios del cine, la producción ha pasado por múltiples reveses lo que ha hecho que nuestro cine pasaran a un segundo plano en cuanto a lo social, a pesar de la filmografía, en la mayoría de los títulos, ha intentado reflejar la realidad social del país, aunque, si revisamos las películas de hasta hace unos pocos años atrás, esta realidad es sólo una visión sesgada en donde se (re)presenta al país como un nido de delincuencia y miseria. Personajes miserables que luchan en un mundo hostil sin ninguna posibilidad de surgir socialmente. Películas como El pez que fuma (1977)  de Román Chalbaud y Secuestro express (2005) de Jonathan Jakubowicz son ejemplos de ellos. Películas icónicas de una realidad.  En el año 2010 largometrajes como Hermano  (2010) de Marcel Rasquin , Habana Eva  (2010) de Fina Torres,  Cheila, Una Casa pa Maita  (2010) de  Eduardo Barberena y  Taita Boves  (2010) de Luis Alberto Lamata,  han reflejado un cambio de criterio del público, hacia un cine que constantemente está mejorando su calidad y más recientemente Azul y no tan rosa (2012) de Miguel Ferrari que merece el elogio de la crítica y la aceptación del público quien acude a las salas de los dos circuitos de cine del país, lo que ha permitido permanecer en cartelera hasta el momento en que se escribe este trabajo.

            Es admirable como el cine venezolano ha evolucionado, desde la calidad de  sus guiones, hasta la tecnología de producción. El público actual es un poco más receptivo y los realizadores se esfuerzan al máximo para innovar y presentar nuevas historias en la gran pantalla. 

Resumiendo: la ética en el cine puede tambalear y quebrarse en una, en varias o en todas las variables apuntadas precedentemente (Producción, distribución, exhibición y espectador). Pero ninguna de esas instancias son entelequias. Existen por obra de quienes trabajan en ellas. Y por lo tanto, la ética dependerá, en última instancia, de los hombres y mujeres que son sus artífices.

Bibliografía:

·         Aristóteles: Ética para Nicómaco. Alianza Editorial. 2004

·         Casetti, Francesco:  Teorías del cine, Editorial Cátedra, 1994

·         Savater, Fernando: Ética para Amador. Editorial Ariel. 2004

·         Neifer, Agustín: “Cuestiones de ética en el cine”. Revista criterio. No. 2261. Mayo 2001. Encontrada vía web en https://www.revistacriterio.com.ar.

·         Ley de cinematografía nacional. Año 2005

           




domingo, 20 de enero de 2013

Crítica teatral: Mía quiere ser escritora



“Mía” quiere ser escritora.

Por Bruno Mateo


            Desde el sábado 19 de enero, el teatro infantil, con la pieza “Mía y el Reino de los caramelos” en su octava temporada, se inaugura el 20013 en el Teatro Premiun de los Naranjos al este de Caracas. Montaje escrito y dirigido por el joven Daniel García. Podemos decir que los jóvenes hacedores del teatro para niñas y niños intentan romper con los estereotipos tratados por siempre en este género.  A pesar de que se utiliza personajes repetitivos y ajenos a nuestra realidad venezolano como son hadas, príncipes y princesas, aquí en este montaje se da un mensaje diferente para los espectadores, tanto adultos como infantiles, la princesa no quiere casarse con un hombre para ser feliz, sino su mayor deseo es convertirse en escritora. Ese es un punto a su favor. No obstante, aún sentimos un desencanto cuando volvemos a ver en escena a estos personajes de cuentos europeos.

La puesta en escena y dirección de García es sumamente dinámica. Lo que permite, inmediatamente,  un lazo invisible indisoluble entre el público y   la historia hasta el final.  Elementos como los bailes y la música logran identificarse con los pequeños espectadores quienes responden activamente con los personajes. Los actores Karlyn Alquizones, Dayana Carmona, Zendira Mendoza, Krisel Noruega, Víctor Petit, Jesús Colina y Albert Pèrez son ágiles y entregados. Un grupo compacto con un solo objetivo. Sugiero que revisen algunas concepciones de personajes como el Rey Omobono y el poeta francés que, aunque se siente una pasión desenfrenada, no se siente una comodidad con sus voces. No suenan naturales, a diferencia de las hadas, el príncipe azul y la princesa Mía que logran un sentido de la verdad de estos papeles teatrales. Son casos excepcionales cuando los personajes principales, en este caso, Mía y el príncipe, logran destacarse porque, por lo general, son seres monocromáticos, no tienen  cambios dramáticos. Aquí sí. Los actores que personifican a los protagonistas obtienen un producto cambiante y diferente.

Leyendo un poco más allá, es importante acotar que el teatro infantil actual  trata de luchar dentro de un contexto cultural entre lo comercial y artístico. Situación difícil a la que se enfrentan estos nuevos creadores ya que los grupos deben subsistir en base a una taquilla que le exige una complacencia con los espectadores cuya única referencia, en la mayoría de los casos, es el cine infantil de Disney y  los programas de los canales por suscripción.

“Mía y el Reino de los caramelos” es un montaje de colores alegres. En el  vestuario hay un esfuerzo en el diseño por simbolizar lo antiguo y lo actual, tal es el caso, de Mía que utiliza un traje típico de princesa con zapatos deportivos. Un acierto fueron los botones de los caballeros que asemejan los caramelos del lugar.

En conjunto es un montaje un poco diferente en tanto la historia y los protagonistas. Aún falta ese cambio cualitativo que se necesita, pero creo que con directores y escritores emergentes como Daniel García se logrará ese  paso definitivo a un género de teatro infantil distinto y más identificado con la realidad del niño(a) venezolano(a) del siglo veintiuno.

 

Por favor, aún no.